El bullying en las escuelas es algo que casi toda la gente lo ha sufrido […] aunque sea una vez. Y es algo que es muy grave, pero como es muy normal, la gente tiende a hacerlo menos. Me gustaría que la gente sepa […] que puedes salir adelante por ti mismo. Que tú no eres diferente a la persona que abusa de ti y no hay poder entre ustedes en la vida real.

Cristina al principio siente que no tiene poder. [...] Está acostumbrada a que esa es la manera en la que la tratan. Ella se dio ese nivel porque para ella eso es lo normal. Entonces, cuando se van a casa de Aneena, de la tía, ahí es dónde ve que la vida realmente no es así, que ella puede cambiar.

Para poder hablar de un tema, tenemos que hablar también de su polo opuesto y cómo los dos puntos coexisten alrededor del otro. Cristina, por ejemplo, lo que necesita aprender es el amor propio. Por eso ella debía explorar el otro extremo. Vivir una realidad que es muy agresiva con ella, aprender a valorarse y defenderse por su cuenta y descubrir que el amor está en todos los lugares, no importa lo lejano que parezca.

Ella, sin duda, era la encarnación de la belleza que encontraba en la Tierra. Tenía que pasar por penas y sacrificios y tenía que seguir, aunque pareciera que no había hacia dónde ir, pero al final valía la pena, porque ante la adversidad, su alegría resurgía como un atardecer. Y eso no lo encontraría ni en el Cielo.

En esa mirada cálida, se sentía como en un hogar

[Se había enamorado] de la misma manera que aparecen las estrellas en el cielo: apenas uno nota un tímido resplandor, cuando, de pronto, el firmamento ya está lleno.

En esa mirada cálida, se sentía como en un hogar.