Ser ateo no es el problema, como ser creyente no es la solución, o viceversa; todo depende de lo que hacemos con lo que creemos.

Somos y seremos consecuencia de lo que hacemos o dejamos de hacer.

Aunque un político se enamore perdidamente del poder, no debe serle infiel ni a su propia consciencia ni a la consciencia de los demás.

Hacer el amor con el poder también engendra dictadores que se disfrazan de demócratas, o demócratas que aspiran a ser dictadores.

Hay dos clases de charlatanes: los que engañan a los demás sabiéndolo, y los que se engañan a sí mismos sin saberlo.

Estamos aquí para trascender, no solamente para respirar.

Cuando no sea absolutamente imposible, hay que insistir, siempre persistir y nunca desistir.

No basta percibir lo que está a simple vista; hay que visualizar lo que está a la vuelta de cada sueño.

Si la perseverancia tuviera un límite, no existirían los soñadores que alcanzan sus sueños.