A menudo las personas creen que comunicar es hablar, sin embargo, olvidan que la parte más importante de una buena comunicación es escuchar.

El escuchar tiene el doble efecto de decirle a las personas que amamos cuan importantes son para nosotros, y a la vez, otorga la información necesaria para poder ser más efectivos en el acto de amar, al enterarnos de aspectos de su vida que pueden ser mejor entendidos y tratados cuando se comprende el por qué alguien actúa de la forma que lo hace.

Escuchar es una caricia para el ser amado. Es abrazar con el silencio, de un rostro atento, que expresa cuán importante es lo que tiene para decirnos la persona que amamos. Escuchar es una forma de amar.

Cuando hay una discusión, cuando se cometen errores, cuando alguien hace algo inadecuado, cuando se está enojado, en todos esos casos, y en otros, conviene callar y escoger el mejor momento y esperar a tener otra actitud para decir algo. Hablar por hablar no es señal de una buena comunicación. Como en una partitura musical, los silencios, también son música.

La mayoría de las personas aprende a comunicar de acuerdo al modelo que vieron o experimentaron en su ambiente familiar.

Usar las palabras adecuadas y de la forma correcta hará mucho más por una relación de pareja que cientos de horas dedicadas a comprar regalos u obsequios para enmendar frases dichas de mala manera o con contenido erróneo.

Cuando callamos y nos damos el trabajo de escuchar le estamos diciendo a nuestra pareja cuan importante es para nosotros lo que tiene que decir.

Callar es la parte más importante de una conversación.

Los conflictos son inevitables. Sin embargo, la agresión si se puede evitar. Aprender a ser asertivo, es decir, comunicar sin ofender, agredir ni humillar es una necesidad enorme, especialmente entre aquellos que vieron modelos totalmente diferentes.