La memoria es un don, pero en algunos casos se convierte en un lastre. Especialmente con lo relacionado con las emociones y las pequeñas heridas que van acumulando en el camino de la vida.

Muchas parejas desgastan su relación porque no solucionan a tiempo los desencuentros que tienen y van acumulando sentimientos amargos que tarde o temprano terminan enquistando y dañando la relación.

Ese dicho te “perdono, pero no olvido”, no sólo es una necedad, sino que es la receta más eficaz para provocar enfermedades psicosomáticas y para gangrenar relaciones interpersonales.

El enojo es una de esas emociones que si no se le da un curso adecuado termina por enquistarse en la vida y tal como un río al que se le detiene su cauce, termina por morir y ser causal de pestilencia y mal olor.

Un enojo no tratado en el momento adecuado termina siendo fatal para una relación donde debe primar la confianza y la empatía por las necesidades del otro.