Cuando la pareja no vive sola desde un principio crea dependencias emocionales y económicas que causan daño a la relación matrimonial.Tienen que acostumbrarse a tomar sus propias decisiones y vivir dentro de sus propios recursos. Eso no se logra si de alguna manera se depende de otros para que el matrimonio funcione.

Uno puede comprar un terreno para tener un jardín, pero el que seas dueño legal de un pedazo de tierra no significa que aquel terreno yermo se convierta en un lugar lleno de flores. Para que aquello ocurra, debe pasar tiempo donde se inviertan recursos y energía para lograr los planes que tienen. Lo mismo sucede con el matrimonio. No importa que laboda no salga perfecta, preocúpense de que lo sucesivo salga lo mejor posible, es del matrimonio de donde se extraen flores, no de la boda.

Algunos padres, más pensando en su egoísmo personal que en la futura persona que vendrá a vivir en el seno de su familia piensan en no estar solos. Pero los hijos no son para ayudarnos en nuestra soledad, para eso está la pareja. Los hijos vienen para enseñarnos, para darnos alegría y para otorgarnos el privilegio de formarles para la vida.

Muchas parejas desgastan su relación porque no solucionan a tiempo los desencuentros que tienen y van acumulando sentimientos amargos que tarde o temprano terminan enquistando y dañando la relación.

Casarse no es sinónimo de fusión. Siguen siendo dos personas distintas y eso no cambia con el matrimonio.