En la realidad objetiva, las cosas existen independientemente de nuestras creencias y sentimientos.

La religión está interesada por encima de todo en el orden. Pretende crear y mantener la estructura social. La ciencia está interesada por encima de todo en el poder. Pretende adquirir el ooder de curar las enfermedades, combatir las guerras y producir alimento.

Hasta la era moderna, los humanos achacaban las enfermedades al mal aire, a demonios malévolos y a dioses enfurecidos, y no sospechaban de la existencia de bacterias ni virus

Por lo tanto, para comprender por qué, y para enfrentarnos a los retos del siglo XXI, debemos volver a abordar una de las cuestiones más inquietantes de todas: ¿cómo se relaciona la ciencia moderna con la religión?

La religión no puede proporcionarnos ninguna guía práctica a menos que también haga algunas afirmaciones tácticas, y es ahí donde puede entrar en conflicto con la ciencia.