Se quedó quieto, observando, aspirando el olor de la muerte. El cuello de Bernie estaba muy delgado, pero los lóbulos de las orejas, que ya habían alcanzado un tamaño enorme, eran grandes y carnosos. El cuerpo que yacía en aquella cama de hospital no debería pertenecer al padre que Joshua conocía. ¿Adónde había ido a parar el verdadero Bernie?
-Aleksandar Hemon
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