Ella miró hacia él, hasta que el castillo de cristal era una mancha brillante en la distancia. Ella miró hacia él, hasta que sólo había océano a su alrededor. Ella miró hacia él, hasta que el sol cayó más allá del horizonte y un puñado de estrellas colgaba por encima. Sólo cuando sus párpados se cerraron y se tambaleó sobre sus pies, Celaena dejó de mirar hacia Chaol.
-Sarah J. Maas
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