16 Quotes by Ahtziri Lagarde

La violencia es ese monstruo que habita en el cuerpo de almas olvidadas, encerrando sus gritos de auxilio en el corazón de un verdugo. Almas tan desesperadas que al mínimo estímulo, despiertan para pedir ayuda a la misma bestia que las esclaviza. Una bestia convencida de que su única salvación es nunca abrir la celda que las aprisiona.

De noche, el mundo lucía feliz, ligero, ajeno a los problemas de la vida diaria; en la obscuridad el caos es el orden.

Maté un sinfín de personas queridas en mi mente sólo por el placer de sufrirlas. No entiendo porque el amor y el odio ocupan el podio, quizás la nostalgia sea un sentimiento para entendedores: tan compleja y tan incomprendida, tan bonita y tan modesta, ahí, sentada solitariamente en un rincón bebiendo el ponche de los perdedores.

Acomodando todas las cosas en su debido compartimiento, descubrí que todavía la amaba, quizás ese día más que nunca; quizás nunca había dejado de hacerlo, quizás siempre la amaría. Y esa era precisamente la fuerza que potenciaba mi odio: amarla mal para odiarla mejor, amarla retorcidamente para entregarle un odio más puro.

Se necesita un terreno árido para sembrar polvo de estrellas.

La frustración es el inicio del fin. Entre más aguda es la pesadilla más cercanos estamos a despertar. Entre más intensas son nuestras tormentas, mejores serán nuestros cielos. Me hubiera gustado saberlo antes. En los peores momentos, en los rincones más obscuros, hubiera reído históricamente al verla llegar: la frustración fue la fuerza silenciosa que provocó mis grietas más luminosas.

Cosificar el propio cuerpo requiere de valor inmediato, pero a la larga, se alimenta de nuestros miedos. La verdadera fuerza no se podía ver en el espejo o poner en venta. La llevábamos dentro, grabada en nuestros sacrificios y talentos, lista para ser emanada en nuestras acciones y palabras.

El fuego tiene una forma maquiavélica de ser: resplandeciente y fascinante a la lejanía, cálido en la cercanía y tímido al primer contacto.Como una serpiente, mide escrupulosamente y después devora. Envuelve a su víctima en una asfixiante incandescencia para estrangularla, derrite cada partícula con su garganta de lava para verla danzar en su estado más vehemente y finalmente, cuando la ha reducido a nada, la abandona. La deja ahí consumida y demente, suplicando por una de sus caricias.

La inconsciencia es una forma abstracta de valentía.