Fue el éxito de este curita pedigüeño haberse dejado llevar por su instinto, su espíritu limosnero, con el cual coincidía con lo más natural y consustancial de este país damnificado y mendicante, su vocación de pedir, que viene de lejos: cuando yo nací ya Colombia había perdido la vergüenza.

llegaría muy lejos en la vida, su mente lo planificaba todo, veía las posibilidades de éxito y si no las tenía a su favor no actuaba, siempre elegía lo mejor para él. También vi su mirada de odio mientras se acariciaba el moflete. Buen amigo, mal enemigo

Así como se disfruta subir al podio a solas, se sentía bien pudrirse en compañía. Bastaba un poco de cinismo para aceptarlo.

El Señor nos había dado ojos para ver y pies para llevarnos a sitios donde pudiera verse todo, dijo. Era cosa nuestra salir y ver, salir y contemplar. Ese era nuestro trabajo. Debíamos atarnos bien los cordones de los zapatos y ponernos a ello. Lo peor que podía pasarnos era que fracasáramos. Y el fracaso solo significaba que habíamos tenido agallas suficientes para intentarlo.

Ya bastante tenemos con encontrar la forma de dejar de creernos fracasados como para depender que el resto nos crea exitosos.

Toma tus fracasos, extráeles todo su jugo lleno de vitaminas de sabiduría, y lo que sobre ¡sécalo al sol y fabrica ladrillos para construir tu futuro!

Cada día me miro en el espejo y me pregunto: "Si hoy fuese el último día de mi vida, ¿querría hacer lo que voy a hacer hoy?". Si la respuesta es "No" durante demasiados días seguidos, sé que necesito cambiar algo.

Cada flor abre a su propio ritmo.

Si das pescado a un hombre hambriento, le nutres una jornada. Si le enseñas a pescar, le nutrirás toda la vida.

No busques el éxito, para demostrarle aquellos que odiamos nuestra superioridad.